El Maestro de Mikao Usui defendía que el Reiki era más que una terapia de sanción física, sino que también era espiritual. Que era un camino o senda del conocimiento del espíritu, donde la meta era llegar al Satori o iluminación. Para ello se requiere una vida de trabajo diario para alcanzarlo.
De hecho el maestro dedico su vida a encontrar esas verdades filosóficas y profundas de la vida, para llegar a esa paz espiritual.
En Japón donde él vivía existía distintas religiones, Sintoísmo, Budismo Esotérico, Taoísmo, y primeros Brotes del cristianismo. Allí era normal coger un poco de cada religión, o lo mejor de cada uno, he ir a todos los templos, a rezar.
Una vez el maestro dijo: “El camino del Reiki que yo practico tiene espacio para cada uno de los ocho millones de dioses del mundo, y yo coopero con cada uno de ellos. El Gran Espíritu que guía al Reiki engloba, y disfruta de todo lo que es divino, y a todo ser iluminado de cada país. Únete a lo divino, y podrás recibir dioses donde quiera que te encuentre”.
Gran parte de las enseñanzas transmitidas era a través de los símbolos o Kotodamas o “lenguaje del Espíritu”. Los sonidos de los Kotodamas son como semillas o aperturas, “Ellos dirigen y armonizan todas las cosas en el mundo, resultado de ellos la unificación del cielo, la tierra, los dioses y la humanidad”.
Por eso dicen los grandes sabios y maestros de la humanidad que el Universo fue cantado, por eso dicen los hindús que el “OM” es el sonido del universo. Esta palabra eleva la vibración de todas las cosas.
Por ello los Símbolos o Kotodamas elevan el nivel de vibración, nuestro cuerpo y de las otras personas o cosas que están a nuestro alrededor, contribuyendo así a la paz mundial y la felicidad y amor del ser humano.
A través de la energía de Reiki, la mente consciente e inconsciente y las sombras que es lo que nos hace enfermar, van desapareciendo poco a poco incluido el Karma. Sintiendo la unida de nuestro SER y el de otros. Volviendo ser consciente o revelando el verdadero sentido de la existencia humana y universal. Siendo todos uno solo.
Autora: Cristina Morillo
Derechos Reservado de autora ©